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MÁS ALLÁ DE MI VENTANA

  • Historia - 1
  • 9 nov 2015
  • 4 Min. de lectura

Bogotá, la capital de Colombia, para nosotros los perros es una nota, generalmente llueve y esta gris por toda la contaminación que tiene, así que cuando salgo al baño me puedo revolcar en los charcos de lluvia ácida que quedan por todo lado. A veces me le escapo a mi humano y me voy de fiesta a oler y tragarme toda la basura que queda por la calle, me pongo a ladrar y a caerle a todas esas perritas sueltas y abandonadas que la gente deja tiradas. Cuando vuelvo a la casa me encanta pelar colmillo todo el tiempo para que no me roben o se acerque uno de esos personajes y me diga “¿mi perro tiene una moneda?”

Mi nombre es Tango, nací en una ciudad muy grande en medio de las montañas, en una Babilón de cemento fría, cuando me acuerdo me da tembladera. Lo bueno es que escogí un buen humano para mí y no salió como otros pelmazos que creen que somos un juguete y nos cogen a puño y pata, menos mal mi humano salió un bacán.

Una día me levanté y mi humano estaba un poco raro, ese día durmió hasta muy tarde, se levantó cantando, hizo café, estaba súper extraño y tenía una mirada como de idiota, todo en el ambiente estaba diferente. Cogió mi correa y salimos a la calle. Es raro de describir ese momento, es como cuando mis bigotes dicen que hay un gato cerca y me quedo quieto, mirando solo con la nariz, un vacío en el estómago pasa... algo está por venir. Caminé sigilosamente al lado suyo todo el camino, oliendo todo, como buscando algo, lentamente el fue parando, cruzamos miradas y a él le volvió esa cara de idiota a la vez que por la calle empecé a sentir un olor a mujer, se fue acercando mas el olor, todos los pelos de la espalda se me pararon y... corte siguiente, una chica me estaba saludando, mirándome a los ojos fijamente mientras yo haciéndome el huevón, le olía toda su entrepierna, se puso roja y me quitó enseguida, dijo que mi humano había hablado mucho de mi dándome una caricia sobre mi cabeza, en ese momento entendí el vacío en el estomago, mi olfato de sabueso no falla, fijo esta nena es de esas nenas que le llegan a uno y a su dueño para hacer algo trascendental en la vida.

Yo por mi parte me dedique a conocer a mi nueva humana cada día más, la lamia, la olía, la pisaba, no le hacía caso, volvía y la olía y lo sospechoso era que no tenía ni un solo rastro de perro; donde más busqué fue en sus tangas, le olí todas las que pude, las mordí, las rasgue y no había ningún rastro. Para mí fue buenísimo, porque a nosotros los perros nos gusta ser primeros en todo, creemos que somos el centro de atención del mundo, a mi, por lo menos, me encanta cuando me recogen las heces en la calle frente a todo el mundo, en un acto de agradecimiento por la compañía que les doy. Mi humana con el tiempo pasó cada una de las pruebas y poco a poco me fue conquistando, tanto que cuando se aleja de mí mucho tiempo, pienso que algo horrible le puede estar pasando y comienzo a soltar mucho pelo de la ansiedad de estar sin ella.

Yo y mis humanos teníamos una vida normal, ellos trabajaban, estudiaban y seguían trabajando, qué pecado, los pobres nunca tenían tiempo para echarse una revolcada en el pasto lleno de popo de otros perros o correr detrás de los carros hasta no poder mas, ya tu sabes, los pequeños placeres que tiene la vida... pero no, ellos se levantaban, me sacaban al baño, me daban una vuelta diminuta, se arreglaban, salían mil años a trabajar, llegaban súper cansados, me daban otra vuelta más diminuta y si me iba bien me hacían una caricia en la panza y se acostaban a dormir. Total yo ya me estaba como aburriendo de eso, así que empecé a hacerme pipí por toda la casa, me subí al mueble donde tenía prohibido poner una pata, me volví más canequero que nunca, y cada vez que podía me tiraba un pedo cerca de ellos, hasta que por fin un día lo logre...

Mi misión en esta vida y lo que más me gusta hacer es rascarme y lamerme las pelotas, a veces estoy haciendo eso y me encuentro pedazos de comida, cuando eso pasa, siempre el día es buenísimo. Un día de esos, estuve contemplando la ciudad desde mi sillón favorito, será que la vida es solo esto? A lo lejos escuche la pisada de mi humana y baje del sillón con dirección a mí cama, porque a ella no le gusta que le deje todo lleno de pelos, cuando entró fue a saludarme con cierta efusividad particular, se echó a mi lado y en su cara apareció un resquicio de luz, sus ojos le brillaron y me comenzó a hablar acerca de lo que había más allá de mi ventana, hablo de aviones, barcos y de un río muy grande en medio de la selva que en momentos no se ve la otra orilla, hablo del mar de tierra caliente, se levantó ansiosa, prendió un cigarrillo me miró, tragó saliva y me dijo : Tango nos vamos a vivir a la playa, nos vamos a Brasil.

 
 
 

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