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Corre Tango corre.

  • Foto del escritor: Fotograma Azul
    Fotograma Azul
  • 12 ene 2016
  • 6 Min. de lectura

Está oscuro y no puedo ver nada, esto no huele bien, estoy tratando de dar al menos dos pasos al frente en esta ceguera íncomoda y me estrello con unos palos al iniciar la marcha, me doy vuelta y enseguida me encuentro con otra pared de palos de madera que me impide seguir y me obliga a dar otra vuelta llegando al mismo sitio en que empecé, doy otra vuelta más y pasa exactamente lo mismo. Si hago esto nuevamente me volvería loco, paro, pienso en todo lo que paso, en que momento llegue aquí? miro hacia arriba y con pequeños brincos trato de sentir que tengo encima de mi cabeza, me ayudo con mi olfato y efectivamente compruebo que estoy encerrado en una caja de máximo un metro veinte por lado y lado, pero también detecto que tengo a un humano encima de mi caja, es un olor desconocido, no entiendo que esta pasando, será que me secuestraron? dónde están mis amigos? por que siento a otros perros? será que caí en una red de traficantes de comida de perro y me están llevando a China? no veo nada, solo escucho un motor y huelo a otros humanos que no conozco. Empezaron a aullar los otros perros, uy... este vacío en el estomago no me gusta, esto es maltrato animal, nos estamos meciendo de un lado a otro y se acentúa el mareo con el que me levante, estoy en un barco, y no puedo salir de donde estoy a oscuras, lo único que me queda es echarme en el suelo. Los ojos se me cierran solos, es imposible mantenerlos abiertos por más que quiero, cada segundo que pasa los párpados pesan más, trato de abrir los ojos pero ellos insisten en caerse nuevamente con la ayuda de la gravedad mas pesada de todas, el sueño.

Tango, tango, tango!!, mis orejas se paran enseguida por reflejo y mi cola se empieza a mover de lado a lado sin que yo se lo pida, abro los ojos y ya esta de día, esa voz es la de mi humano! no estoy solo! doy vueltas en el mismo sitio y reconozco mi guacal, veo a lo lejos a mi humano trayéndome agua. Tan bonito se acordó que existo. Estoy muerto de la sed, me coloca el agua en mi cárcel de madera y bebo como si no hubiera fin, lo miro de reojo para ver en que momento va abrir la reja y poder recuperar mi libertad, solo quiero estar al lado de ellos.

Acabe toda el agua y no hizo nada, solo me miro y me dijo que todo iba a estar bien y se retiro dándome la espalda y dejándome solo, como nunca lo había echo, esto es raro, esto no me gusta, a mi me late que a el también le hicieron algo, esta como preocupado. De mi mejor amiga no tengo razón desde ayer, no la veo ni la siento por ningún lado. Estamos ya andando porque los motores están a toda marcha, volteo a mirar a mis compañeros de encierro y no es nada alentador el panorama, la primera que tengo a la vista es una perra, esta en una caja mas pequeña que la mía, la pobre ni se puede parar, solo me mira y agacha la cabeza sin querer hablar y el otro se la pasa ladrando como loco encerrado, por lo pronto solo queda esperar, en algún momento como sea me tengo que liberar de este encierro.

Sentí el barco parar, yo calculo que a pasado unas ocho horas por que ya esta oscuro, lo bueno es que ya tengo mordida la tabla por donde siempre me he salido de mi guacal lista para el escape, es solo sentir y oler el momento indicado y salir corriendo de este barco. Mi humano no ha regresado, fijo ya lo encerraron también los Chinos, o lo peor, lo tiraron por la borda y necesita que lo salve, tengo que actuar muy cautelosamente, ya todo está perdido, solo queda escapar de estos amarillos y recuperar a mis humanos.

Apenas sentí el punzante ruido del metal de la rampa pegando con el piso del barco para deslizarse rápidamente y encontrarse con el pavimento del puerto, me eche en mis cuatro patas y como un contorsionista de circo me arrastre por entre el piso, la tabla rota raspaba mi columna vertebral mientras salía de mi encierro. Ya afuera, olfateando la salida, corrí como alma que lleva el diablo, sentí varias manos tratando de agarrarme gritando desesperadas pero mi afán por escapar supero todos los obstáculos que tenia enfrente y de un solo brinco al estilo Katerine Ibargüen ya estaba afuera de ese barco corriendo por la selva amazónica como marrano del 31 de diciembre, sin mirar atrás.

Todo es pantanoso, mis patas están cubiertas de lodo y no se para donde voy, en los arboles siento ojos que siguen cada movimiento que hago sin importar para donde me mueva, parecen almas perdidas esperando el momento preciso para hacer una emboscada brutal, el movimiento de cada rama me espanta, el aullido que se desprende de cada hoja suena por toda la selva y retumba en mi cerebro, me ensordece tanto que lo único que hago es poner las patas encima de mi cabeza, inclinarme y esperar a que de la corona de un árbol salten cien micos encima mío, pero no pasa nada, todo se calla y solo queda el eco de sus cuerpos en el aire, por mas perro que uno sea estos micos tienen toda la actitud para hacerlo sentir a uno como un moco, solo con su presencia uno entiende que esta en la casa de ellos. Sigo caminando con la esperanza de encontrarme con alguien en esta oscuridad absoluta pero en cada paso que doy todo se vuelve espeso, no veo nada, pero huelo la presencia de millones de animales que me miran cautelosos como llevándome con sus miradas a un brazo del río, nadé unos cuantos metros y cuando toque la otra orilla mire para lado y lado y me sentí solo muy solo y sin rumbo, no sabia si mi mejor amigo estaba todavía en el barco chino o en el río, no sabia si mi humana estaba con él o se había quedado sola en Manaus, no sabia ni siquiera donde yo estaba parado, estaba perdido en el mundo y sin las personas con las que emprendí este viaje, posiblemente en estos momentos cada uno de nosotros se esté preguntando lo mismo, me senté con la cabeza en blanco y sin saber que hacer.

El olfato me hizo reaccionar, llego de la nada un vapor a mis bigotes con sabor a tierra mojada que enseguida me hizo soltar baba, pase saliva y se metió por el hocico, un olor a plantas que hervían a poca distancia, enseguida me hizo parar, camine dejándome llevar por el olor que se convirtió en una calle conocida, cada paso me hacia sentir que estaba en el camino correcto, mire por las ramas de los arboles y vi a un grupo de personas cantando y danzando alrededor del fuego, de allí venia ese olor tan especial, me acerque despacio y no entendía nada de lo que decían, nunca había escuchado ese lenguaje, me sentía tranquilo, como en casa, una marimba de chonta, una flauta siku que sonaba como el viento, dos tambores vibrando como montañas hicieron que poco a poco entrara en un trance ancestral, sentí las vibraciones de la tierra entrar por mis patas y me dieron ganas de echarme en el piso, entre los nuevos sonidos que estaban en el aire escuche a dos personas que hablaban como mis humanos, enseguida me hice al lado de ellos como el que encuentra un amigo de todas las vidas, me eche entre los dos y empezaron a recibir el daime de las manos de un taita que me miro directo a los ojos como si me estuviera esperando desde siempre, cuando estaba pasando de mano en mano de la totuma se callo un poco al suelo, aproveche enseguida para tomar un poco y hacer las preguntas necesarias, le pregunte por mis dos humanos y el camino hacia ellos, enseguida por las patas sentí una corriente que venia del suelo y me paso por todo el espinazo para dejarme en el cerebro una imagen en la que los dos amigos con los que estaba sentado, eran los que me llevarían al encuentro con mis humanos, abrí los ojos y Atanan me estaban acariciando la espalda mientras que Jorge me saludaba como si me conociera de toda la vida, me relaje y los acompañe toda la noche hasta que el sueño me trajo la tranquilidad que tanta falta me hacia.


 
 
 

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